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sábado, 18 de septiembre de 2010

aquel a quien perdonó más. Lc 7, 43b

Así como la mujer que besaba los pies de Jesús demostró mucho amor, San Pablo también lo demostró al soportar todo lo que soportó por el evangelio, pues el agradecimiento por la misericordia que el Señor tuvo con El era muy grande. Alguien me dijo una vez: "yo creo más en un pecador arrepentido que en un santo que no ha hecho nada malo" porque su testimonio es más convincente y la verdad es que muchas veces es así porque los pecadores sabemos de dónde hemos venido, hemos coqueteado con la oscuridad y la hemos dejado entrar en nuestras vidas pero al encontrarnos con el Señor verdaderamente, nos damos cuenta de lo que nos habíamos estado perdiendo y bajo ninguna circunstancia queremos volver a dejar entrar el pecado, por eso el cambio tan drástico en hombres como San Agustín. Démosle gracias a Dios porque a El no le importa cuán grande sea nuestro pecado, El siempre está dispuesto a perdonarnos y a llenarnos de su gracia para evitar la tentación de caer otra vez.
"Amado, Señor, gracias por perdonar mis muchos pecados, pon en mi un corazón agradecido que no se canse de besarte los pies en adoración ni tampoco de trabajar por el evangelio. Renuevame con la firmeza de tu Santo Espíritu para dar los frutos de tu gracia en abundancia. Amen"

Un testimonio del amor de Dios en mi vida...

Mi mejor amiga se casaba el 11 de Septiembre y mi situación financiera no me permitía ir a la boda, pero en un momento de oración sentí que el Señor me decía que iría así que muy contenta le dije a mi esposo que así iba a ser; él no fue tan entusiasta como yo, me dijo tooodo lo que estaba pasando en ese momento por lo que no debería ilusionarme con esa idea, pero yo sabía lo que Dios me había dicho y lo confesé con mi boca. Un mes antes cuando todo parecía que no iríamos, se me ocurrió una idea y funcionó a la perfección, un préstamo que no afectaría nuestros pagos mensuales, todo fluyó y fuimos a la boda, vivimos una experiencia inolvidable de cómo el Señor, no siempre nos da las cosas como las queremos pero sí como las necesitamos, pues todo fue bien medido con el gasto justo, nada de chucherías, pero sí hubo tanta ayuda de nuestros amigos que pudimos ver la mano de Dios en todo momento. Ahora incluso hay oportunidades de entradas adicionales de dinero que nos ayudarán a cuadrar nuestras finanzas. Como en Caná de Galilea, pudimos celebrar con Jesús una unión que promete ser de las que a El le gustan, que Dios bendiga a nuestros amigos para que su relación sea hasta la muerte, damos la gloria a Dios por permitirnos ser testigos de su enlace y a la Virgen por su intercesión en todo momento. En verdad pude sentir a la madre diciéndole a Jesús, ya no tienen vino...Gracias, Señor!

..y aún siendo Hijo, por los padecimientos aprendió la obediencia. Hb 5,8

La obediencia a los mandamientos del Señor, es lo que necesitamos para llegar a la perfección que Jesús logró. El tuvo que sufrir lo indecible para cumplir la voluntad de su Padre y aún se resistía por el miedo la noche antes de su calvario, se dejó llevar y ahora Dios le ha dado el poder y gloria eterna.
Aceptar el dolor, la frustración y la pérdida es lo más sano que podemos hacer porque no hay quien nos lo pueda evitar, para ser santos hay que sufrir porque debemos superar nuestra naturaleza humana para que sobresalga en nosotros nuestra naturaleza espiritual. Sólo muriendo es como se vive por difícil que parezca, es así. Entonces no hay por qué quejarse, en medio de tu dificultad aprende a obedecer, a hacer lo que Dios quiere que hagas en ese momento, con la confianza de que El sacará algo bueno de esa situación.

"Señor, yo quiero obedecerte aunque quisiera evitar el dolor, ayúdame a aceptarlo y a transformarlo en un gran testimonio de tu amor a través de la paz que recibo de ti en todo momento."Amen

Bendigan a los que los maldigan, rueguen por los que los difamen. Lc 6,27-28

Nada hay más doloroso que el hecho de que alguien hable mal de ti sin base o que alguien te odie sin razón. Es natural querer devolverle la moneda o hacer aún peores cosas para vengarnos. Nuestro ego está ofendido y con razón, pero debemos resistir la tentación de obra igual que nuestro enemigo. Pareciera injusto hacer nada para vengar el daño pero la verdad es que es lo mejor que nos puede pasar porque se lo dejamos a nuestro Padre celestial que nos cuida como a la niña de sus ojos. Al rogar por aquellos que nos odian actuamos como Cristo en la cruz y por tanto progresamos espiritualmente hacia la perfección a la que hemos sido llamados.
El resentimiento y el deseo de venganza son sentimientos muy dañinos para quien los tiene y por eso al liberarnos de ellos por la gracia del Espíritu Santo ganamos dones espirituales. No crean que los actos de los malvados quedarán impunes pues Dios es justo y devuelve a cada quien según sus obras y si hacemos lo que queremos qué nos devolverá Dios. ¿Dónde estaría la diferencia entre nosotros y nuestros enemigos?
"Amado, Señor, me cuesta bendecir y orar por aquellos que me han hecho tanto daño, pero quiero agradarte a ti por sobre todas las cosas, por eso te pido que me liberes de mi orgullo y me des la gracia de perdonarles en el Nombre poderoso de Jesús, permite que ellos puedan abrir sus ojos y ver que su conducta es abominable para" que cambiándola puedan evitar mayores consecuencias y que algún día podamos darnos un abrazo sincero de hermanos. " Amén!

viernes, 3 de septiembre de 2010

No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados, perdonen y serán perdonados. Lc 5,37

Nos es tan fácil juzgar, ponemos intenciones en los demás según lo que nosotros entendemos son, y pobre de aquel que nos haga algo porque hasta las cuatro esquinas se enteran de lo malvada que es esa persona!
El Señor nos presenta una opción diferente: no juzgar porque sólo el Padre conoce las intenciones de los corazones y muchas veces aquel que parece malo tiene un mejor corazón que el que siempre te ha tratado bien. Muchas veces las personas hacen daño sin darse cuenta o porque no saben cómo amar. SOLO DIOS CONOCE EL CORAZÓN DEL HOMBRE. No pretendamos tomar su lugar porque entonces pobre de nosotros si hemos sido implacables con los demás porque de esa misma manera nos tratará el Señor cuando nos llegue la hora de ser juzgados.
Esto es contrario a la naturaleza humana porque el orgullo es más grande que nosotros, pero si permitimos que el Espíritu Santo nos ayude iremos aprendiendo a callar y a comprender en vez de juzgar y condenar.
"Señor, quiero cumplir tu voluntad y alcanzar la plenitud de mi ser, despojame de mi amor propio para que me sea fácil perdonar a todo aquel que me ofende y dame un respeto tan grande por mi hermano que sea capaz de dejar pasar la tentación de juzgarle cuando sus acciones me parezcan desagradables en cualquier modo.""Amén