Me maravilla la actitud de Ana, esta mujer quien por tanto tiempo deseaba un hijo y oró desde el fondo de su corazón para que el Señor le concediera su deseo, ella podía olvidar que le había prometido consagrar el niño a Dios y quedarse con él hasta que fuera adulto pero fue capaz de desprenderse y entregárselo a Elí porque sabía que había mejores planes para su pequeño milagro en las manos de Dios.
Nada sería más difícil para mí que desprenderme de mi hija pero si tengo presente que es para el servicio de Dios puedo recordar el gran profeta que fue Samuel quien escuchó la voz del Señor siendo aún muy joven y pudo salvar a Susana de una muerte injusta.
Recordemos que nuestros niños nos fueron dados porque así lo quiso el Padre, no dudemos en retornarlos a El si esa es su voluntad. Este mundo requiere servidores fieles, sacerdotes santos y laicos fieles, que podamos ser el ejemplo amoroso de una vida en Cristo para nuestros pequeños de modo que si alguno es llamado a servirle reconozca la voz del Señor y pueda decir como Samuel: "Habla que tu siervo, escucha."
"Gracias, Señor, por nuestros niños especialmente aquellos que han venido a este mundo de forma milagrosa para que sus padres podamos ver que tienen un propósito especial para estar aquí, que les enseñemos a darte gracias por sus vidas y a estar dispuestos a seguirte en cuanto les llames. Abre nuestros oídos a tu voluntad y danos la fortaleza para cumplirla. Amen"
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