Lo que el Señor promete que se va a cumplir, se cumple sin importar cuánto dure, llegará en el momento indicado. Muchos no ven realizadas las promesas de Dios porque se desesperan y al igual que Sara (la esposa de Abraham) toman decisiones por desesperación en contra de lo que se nos ha prometido. Estas decisiones siempre acarrean tristeza y dolor porque lo que no viene de Dios siempre nos da problemas.
Dios ha prometido que estará con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos, que nos enviará su Espíritu Santo para guiarnos y consolarnos, pero lo más importante, que si creemos en El tendremos vida eterna. Hay otras promesas más particulares que nos llegan en los momentos de oración o por algún hermano que nos sirve de mensajero, pasan años y aún no las vemos ni cerca,pero no debemos desesperarnos porque El ha prometido que se cumplirán en el momento adecuado.
¿Qué hacer pues, mientras esperamos? Orar, orar y orar, pedir en todo momento la ayuda del Consolador para que con los dones espirituales podamos mantenernos firmes en la espera, aprovechar para servir en algún ministerio, entregarnos más a nuestra comunidad, en fin, todo aquello que le agrada a Dios de forma que cuando llegue la bendición sepamos realmente apreciarla.
"Dios mío, no sé hasta cuando podré esperar esta promesa que veo cada día más lejana y siento que me desespero conforme pasan los días sin suceder nada que cambie mi situación actual, más bien empeorándose todo, pero yo sé con mi corazón y contra toda prueba que tú eres fiel y vas a cumplir los deseos que pusiste en mi corazón, sólo te pido que aumentes mi fe para mover las montañas de mi incredulidad y darte gloria en todo momento, aún no reciba nada de ti. Amen"
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