El leproso se acercó a Jesús y no le pidió nada simplemente le dijo que si El quería lo podía limpiar, por supuesto que Jesús quería limpiarlo pues quiere que todos tengamos vida y en abundancia. Cuando te acercas a Jesús, recibes sanación física y/o espiritual, según lo que necesites. Nuestras lepras interiores a veces son peores que las exteriores, por eso no debemos dudar en ir al Sacramento de la Reconciliación para que seamos "limpiados" de ellas. Hay tanto egoísmo, criticidad, etc. en nosotros, que necesitamos regularmente acercarnos a Jesús para poder mantenernos limpios ante su presencia. No tengamos miedo de ir donde el sacerdote pues él no va a juzgarnos sino a interceder por nosotros y servir de testigo de esa limpieza, tal y como le ordenó Jesús al leproso que fuera donde el sacerdote para que constatara que estaba sano, eso mismo es lo que hace el sacerdote con nosotros en el momento de la confesión, nos sirve de testigo y le damos una ofrenda al Padre , nuestra penitencia como símbolo de agradecimiento por habernos perdonado.
"Señor, si quieres puedes limpiarme, dame las fuerzas que necesito para acercarme a ti en el sacramento de la reconciliación tantas veces sea necesario, a fin de mantenerme limpia de todo pecado y poder dar testimonio de la sanidad recibida ante el sacerdote y todos los que me rodean. Amén"
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