Todos fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios y aunque muchos se aparten de El y elijan una vida de pecado, cada uno es valioso para el Señor. Por eso nos pide que amemos a todos los hombres, porque cada uno le costó la vida a Jesús, sí, El también murió por esa persona que te ha hecho tanto daño.
Debemos pedir constantemente la ayuda del Espíritu Santo para que podamos llenarnos con el amor que puede lograr ese mandato de Jesús, el amor del Padre porque en nuestra humanidad nunca podremos lograr la perfección que El nos pide aunque estemos llamados a ella.
Hacer el bien siempre y a todos nos hace perfectos, entregarle a Dios a nuestros enemigos es subir a la categoría más grande del ser humano, la de verdaderos hijos del creador del universo. Para esto fuimos creados, para darle gloria a El y no a nosotros, para ser perfectos en el amor y la santidad. Parece imposible, pero Jesús, la virgen María, los apóstoles y todos los santos nos demostraron que no.
Iniciemos hoy nuestro camino a la Jerusalén Celestial.
"Señor, perdona mi egoísmo y mi deseo de venganza contra aquellos que me han herido; te entrego en este momento mis resentimientos para que los transformes en amor; te presento a todas las personas que consciente o inconscientemente me han hecho daño para que tú las toques con tu Espíritu Santo y puedan descubrirte y vivir en armonía con los demás glorificándote con su vida. Amen"
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