Jesús conoce nuestros corazones y sabe que tenemos mucha tendencia al mal, porque hay una guerra espiritual por el alma de cada uno de nosotros; por eso caemos una y otra vez en el pecado. Pero nos dejó un arma letal contra la maldad, un abogado, un guía, un consolador: El Espíritu Santo. Luego de aceptar a Cristo, el demonio se ensaña más con nosotros y busca tentarnos, desanimarnos, pero cuando dejamos que el Espíritu Santo obre con poder en nuestras vidas, podemos enfrentarnos a todas las situaciones que se nos presenten y vencerlas. Si caemos, El nos da conciencia de pecado y nos ayuda a volver a los brazos del Padre.
En mi caminar con Cristo, he caído muchas veces y he sentido que no merezco ser hija de Dios, pero el Espíritu me revela el amor de Dios y me recuerda que soy digna a sus ojos no por mis obras sino por aceptar y creer en el sacrificio de Jesús en la cruz, por cuya sangre todos mis pecados son borrados y se restablece mi unión con el Padre. Pero no sólo es correctivo, también al orar todos los días y en cada situación que lo requiera obtengo su Unción y me ha permitido evitar caer en tentaciones y hacer cosas que sé no son agradables a Dios por más atractivas e inofensivas que parezcan.
El Espíritu Santo me va transformando día con día en alguien más parecida a Jesús, como aún no llego a la meta sigo pidiendole a Dios que me llene con El para poder seguir de prueba en prueba y de gloria en gloria.
Si quieres vivir en el Espíritu y cambiar para siempre abre tu corazon y dí confiado:"Padre bueno, en este día reconozco que en mis propias fueras no puedo ser el ser humano que tú quieres que yo sea, mis limitaciones, mi naturaleza pecaminosa me envuelven y me hace caer por eso te pido que envíes tu Santo Espíritu para andar siempre en la luz y hacer tu voluntad, que penetre en lo más profundo de mi corazón y me limpie de todas mis inmundicias e idolatrías de manera que sólo quedemos tú y yo. Amen "
No hay comentarios:
Publicar un comentario