Al Señor le molesta y le hiere nuestra poca fe. Sin embargo, eso no le detiene para salvarnos de las mas grandes tempestades de nuestra vida. Como un padre ayuda a su chiquitin indefenso, asi nos ayuda El cuando le clamamos. Ahora bien, debemos trabajar para que nuestra fe crezca en la suficiente medida como para que cuando tengamos un disturbio, no nos desalentemos ni nos desesperemos sino que recurramos en paz a Jesus sin ansiedad y llenos de confianza.
"Señor, mira mi poca fe y aumentala. En esas areas de mi vida donde mi barca parece hundirse toma el control y abre mis ojos espirituales para tener la certeza de que no hay tormenta que pueda hundirme si estas conmigo. Amen"
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