Ahora no podemos tocar literalmente el manto de Jesús, pero sí podemos acercarnos a El mediante la oración, estoy segura de que no saldremos igual que antes. Permitamos a Jesús que nos sane tanto espiritualmente como físicamente. Sólo pidamos que el Espíritu Santo aumente nuestra fe.
"Jesús, quiero extender mi mano y tocar tu manto, tú conoces mis dolencias, tú sabes que ningún médico ha podido dar en el clavo, pero tú lo sabes todo y por eso me entrego a ti porque sé que tocándote recibiré la sanación que tanto espero y necesito. Gracias, Señor. Amen"
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