Jesús nos envía a predicar al mundo entero, hagamos caso de su llamado y perdamos el miedo en el que nos excusamos muchas veces para no cumplir con esta misión. Solo hay que comenzar con los que están alrededor nuestro, con las personas que nos encontramos casualmente en alguna tienda o en el transporte público.
El evangelio es sencillo, Dios envió a su Hijo Jesús para que tengamos vida eterna, El murió y resucitó por nosotros, comprando nuestra salvación al precio de su sangre. Esta es la buena noticia y lo que debe mover nuestras vidas como la de San Pablo que decía: "Ay de mí si no predico el evangelio".
Que San Pablo interceda por nosotros para que seamos promotores de la buena nueva en todo tiempo y lugar.
"Señor, dame alma misionera y abre mis labios para que mi boca te proclame donde quiera que se necesite, tú mejor que nadie sabe dónde quieres que te sirva, que al igual que San Pablo prefiera la cárcel y la muerte antes de que mi boca se calle tu verdad. Amen"
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