Jesús entendía que su misión era dar la vida por nosotros y en una muerte terrible, sin embargo, no se quejó ni despotricó contra el Padre sino que tenía la certeza de que estaba en su presencia porque le obedecía. Cuánta diferencia entre el nuevo Adán y el pueblo de Israel en el desierto que, recibiendo maná despreció el plan de Dios para con ellos.
¿Qué actitud tomamos nosotros ante los problemas? ¿Nos quejamos como Israel o nos mantenemos tranquilos porque hacemos lo que le agrada? Cómo enfrentamos nuestras vicisitudes demuestra qué tan grande es nuestra fe. Dios no escatimó a su propio hijo sino que lo ofreció por nosotros, entonces por qué tenemos tanto miedo de lo que nos puede pasar, si El es quien guía nuestras vidas no hay por qué temer.
"Señor, ayúdame a permanecer fiel ante las dificultades, recuérdame que eres el Padre más amoroso y misericordioso, lo único que debo hacer es tu voluntad y todo saldrá mejor de lo que yo lo he planeado, independientemente del resultado que vean mis ojos. Me entrego a ti con infinita confianza. Amen "
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