Muchas veces me he identificado con el hermano mayor del hijo pródigo, pero según he ido creciendo en la fe, he aprendido a ponerme en el lugar del hijo perdido y a agradecer la bondad del padre. Creo que en este tiempo el Señor nos pide a ir un paso más allá del hermano mayor, a no sólo alegrarnos por el hermano que regresa sino que nos llama a ir a su encuentro.
Es seguro que tenemos muchos alrededor nuestro que están perdidos y necesitan regresar a casa de su padre, donde no les faltará nada, aceptemos que el amor del Padre da para todos y la fiesta del cielo por cada alma es más grande por un pecador que por un justo, no hay nada de malo en ello, en su bondad, Dios quiere que todos se salven. Busquemos pues, al vecino gruñón, al hermano alocado y hablémosle del gran amor que el Señor tiene para ellos, que los espera con los brazos abiertos, si no aceptan oremos por ellos y hagamos sacrificio por su salvación.
"Amado, Señor, primero que nada te pido perdón por mis pecados, especialmente la soberbia de creerme más digno que otro de tu amor y tus bendiciones, te presento a mis hermanos perdidos y te pido por ellos para que puedan sentir la necesidad de volver a ti arrepentidos y hambrientos de tu amor y perdón. Que ninguno de ellos se pierda es tu deseo y por tanto también el mío, te ofrezco ___________ en sacrificio por sus almas. Amen"
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