Los que tenemos temor de Dios queremos ser buenos cristianos, pero se interponen en nuestro camino el egoísmo y la soberbia. Cultivar la humildad en nuestros corazones al reconocer que le fallamos constantemente a Dios y que necesitamos de su misericordia y de su gracia para poder ser fieles, es la meta que debemos alcanzar para poder agradar al Señor.
Todos fallamos en algo y mientras más crecemos en gracia, más conciencia tenemos de nuestros pecados y por tanto, nos damos cuenta de que todo lo bueno que hay en nosotros viene de Dios, no hay nada por lo que podamos enorgullecernos ya que no tenemos mérito propio más que la disposición de decirle que sí a El.
Seamos conscientes de nuestras fallas y pidamos perdón a Dios por ellas.
"Padre amado, perdona las veces en que me he creído perfecto, reconozco que tú eres el único responsable de lo bueno que hay en mi, soy sólo un instrumento que sin tu Espíritu Santo es inútil, ten compasión de mi y hazme tu fiel adorador en el nombre de tu hijo Jesús. Amen"
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