La santidad es un regalo que Dios va destapando en nosotros en la medida que morimos a nuestro yo y nos forzamos a cumplir su voluntad. Hay personas que desde pequeños se les ha concedido esta gracia, pero a la mayoría nos cuesta y mucho. Una gran cantidad se desencanta y se aleja de los caminos, o vive una religiosidad acomplejada, pero no es el propósito de nuestra fe. Dios quiere que nos encontremos con El y para eso debemos madurar en la fe.
Dejar todo para seguirlo es igual a recibir más de lo que dejamos, pero no siempre en la forma que pensamos que lo obtendremos. No es una garantía de que seremos ricos materialmente con miles de propiedades que nos permitirán adoptar muchos niños como algunas estrellas hacen ahora, sino que al unirnos en el amor de Cristo con la Iglesia, tendremos todos nuestros hermanos en la fe y sus pertenencias a nuestra disposición cuando las necesitemos porque ser cristiano es compartir en comunidad.
"Señor, quiero ser santo igual que tú, pero solo no puedo, ayúdame a encontrar la fuerza de dejar todo lo que me aparta y me distrae de tu camino para que te siga sin importar a donde me lleves, tú me has prometido que nada me faltaría siempre que tú seas mi pastor. Aumenta mi fe en ti. Amen"
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