Todos queremos ser tierra buena pero no siempre preparamos el terreno para que la semilla germine en nosotros y crezca. Miremos a nuestro alrededor y verifiquemos nuestros frutos. Si andamos agobiados por los muchos afanes y preocupados por lo que nos pasará no hemos regado en nosotros la promesa de que Dios tiene cuidado de nosotros y que nos proveerá de todo lo que necesitemos. Si no sacamos tiempo para estudiar la palabra, orar, ir a misa, etc. no hemos dejado crecer en nosotros la semilla de la perseverancia necesaria para recibir la corona de la vida al final de los tiempos.Si seguimos cometiendo los mismos errores de siempre porque no ponemos empeño en cambiar, si actuamos igual que lo hace uno que no conoce de Dios no estamos permitiendo que el Espíritu Santo more en nosotros y nutra nuestra alma con su fortaleza.
Y así podemos ir analizando cuáles aspectos de nuestra vida no han recibido el abono necesario para dar fruto abundante.Recuerda que lo que es imposible para nosotros es posible para Dios, basta con pedir su ayuda con fe y estar dispuestos a cumplir su voluntad aunque cueste.
"Señor, quiero ser terreno fértil a tu palabra, que crezca en mí tu gracia día a día para lograr llevar a la práctica lo que me mandas a hacer. Lo deseo con todo mi corazón. Amen"