Si queremos entrar al reino de Dios debemos dejar a un lado nuestra conducta anterior. Más aún, debemos desprendernos de todo lo que nos ata a este mundo. No podemos pretender que seguimos a Dios y continuar viviendo conforme a los juicios y valores no cristianos.
Es momento de hacer un alto en el camino y mirar hacia dentro de nuestro corazón; sacar a la luz nuestra conducta y ver en qué situaciones nos comportamos como seguidores de Jesús y en cuáles no. Muchas veces reducimos nuestra devoción a las actividades de la iglesia, fuera de ahí continuamos con nuestras ambiciones mundanas, maltratando e ignorando al pobre, guardando rencores y haciendo lo que no es grato ante los ojos de Dios. ¿Cuál es en entonces nuestra diferencia con los que no le conocen?
Recordemos que el Señor conoce nuestros corazones, aunque engañemos a los que nos rodean a El no podremos ocultarle lo que en verdad está dentro de nosotros.
"Señor, límpiame de mi maldad, dame un corazón limpio y renueva la firmeza de mi espíritu. Ayúdame a caminar contigo en espíritu y verdad pues quiero entrar en tu reino. Amen"
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