Los cristianos debemos poner todo nuestro empeño en hacer lo que agrada al Señor, a veces confiamos demasiado en la bondad de Dios y abusamos de la misma desobedeciendo su palabra simplemente porque no resistimos y pensamos que más tarde podemos arrepentirnos.
El problema es que no sabemos si tendremos ese tiempecito extra para pedir perdón, qué tal si nos da un infarto de repente, nos chocan, nos asaltan, qué pasa si el Señor retira su favor? El Padre nos ama sin duda, pero no es un juguete que podemos usar a nuestro antojo, pensando que no nos van a descubrir haciendo el mal porque al final todo sale a la luz.
Jesús, que conoce nuestras debilidades, nos advierte que seremos salados a fuego: tendremos que demostrar con nuestras actitudes y acciones nuestra lealtad al Padre en medio de las dificultades de la vida y las tentaciones, El, en su infinita misericordia, nos dejó el Espíritu Santo para poder atravesar las llamas de la tribulación.
"Padre eterno, quiero permanecer fiel incluso cuando parece que no es necesario, te pido perdón si en algún momento he pensado que puedo engañarte teniendo doble moral, ayúdame a vivir en paz siempre con tu palabra grabada en mi corazón y reflejada en mis actos. Amen"
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