Gritar al Señor cuando parece ausente, en medio de una enfermedad peligrosa, de una crisis familiar o financiera requiere confianza y humildad, pero si lo hacemos El nos librará de nuestra angustia, no necesariamente de la situación por la que enfrentamos pero sí nos dará paz. A veces pensamos que el Señor no nos escucha si no nos resuelve la situación inmediatamente, pero debemos de creer en El y confiar que si permite lo que nos está sucediendo en este preciso momento es para nuestro bien.
La obediencia en medio de la prueba nos asegura la victoria, actúemos con justicia y misericordia en todo momento y nuestro Dios vendrá a salvarnos sin retraso. No tengamos duda de ello, el amor que nos tiene no tiene fin ni se han agotado sus bondades. Grita, no tengas miedo, descarga tus preocupaciones en El, que está cerca de los abatidos y los afligidos para curar sus heridas.
"Señor, en tu infinita misericordia permites que pasemos por diversas pruebas, que cada una de ellas sirva para acrecentar nuestra fe, que podamos confiar en ti contra toda esperanza y recibir la ayuda que necesitamos de ti para salir vencedores de ellas. Amen"
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