Jesús, la palabra de Dios encarnada, nos da a conocer al Padre. No como lo veían los judíos en el antiguo testamento, que resumían todo en cumplir o no la ley. Quien cumplía la ley recibía bendiciones y quien la ignoraba era aniquilado. Jesús nos enseña que Dios es justo, pero más que nada y ante todo es un Padre amoroso y misericordioso. La gracia de Dios sobreabunda donde abunda el pecado, pues sólo basta con ver cómo aún este mundo sobrevive cuando hay tanta maldad en él.
La verdad más sencilla es la más difícil de entender, Dios nos ama hasta el extremo de entregar a su Hijo por nosotros, cuando abrimos el corazón a esta verdad, nuestro corazón se llena de alegría y esperanza porque a pesar de lo que estemos viviendo sabemos que si Dios que nos ama tanto lo permite es porque es lo mejor para nosotros aunque no lo entendamos.
Confiemos en Dios ciegamente, es el único que sacrificó todo para que seamos felices por siempre, cuando estemos en tribulación recordemos que Jesús siendo Dios también sufrió aquí en la tierra para obtener la victoria final.
"Jesús, llename de tu gracia y muestrame siempre tu verdad para que sin importar lo que me pase pueda mantenerme fiel a tus preceptos, quiero ser siempre tu amigo y estar cerca tuyo, incluso cuando no tenga fuerzas para orar. Dejame saber que siempre estás conmigo. Recuerdame que si no suelto tu mano, llegaré. Amen"
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar