Doy gracias a Dios porque desde que tengo uso de razón El es mi amigo, mi madre me enseñó a rezar cuando tenía unos cuatro años y desde entonces no he dejado de hacerlo. En mi juventud solía escribirle cartas, a modo de diario, porque sabía que El era el único que podía entenderme y a quien podía confiarle todos mis secretos sin riesgo de que alguien más se enterara. A pesar de que le he fallado incontables veces, El ha permanecido fiel conmigo. Mi relación con Jesús y con el Padre era muy especial, pero cuando empecé a profundizar en sus caminos, descubrí la valiosa ayuda del Espíritu Santo, a quien invoco en todo momento para que me ilumine en mis decisiones. ¡La Santísima Trinidad es lo mejor que hay!
A veces me pregunto qué habría sido de mí sin este Dios que muchos no entienden ni creen en El, creo que simplemente no habría sobrevivido, me hubiese perdido en el alcohol, las fiestas, o hasta me hubiera suicidado porque era muy depresiva, pero en su infinita misericordia, El me ha llevado de su mano y me ha hecho más fuerte con cada situación difícil que he vivido, ahora soy más humilde y confío aún más en quien he creído.
"Gracias, Señor, porque desde el vientre materno me formaste y me llamaste a ser tu hija, porque a pesar de mi dureza de corazón siempre has estado conmigo y me has moldeado cuál barro en tus manos, sigue trabajando en mi vida para que llegue a ser vasija perfecta que muestre tu gloria a todos los que me rodean. Amen"
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