En estos días de Cuaresma, nos proponemos hacer penitencia y abstenernos de comer ciertas cosas. Eso está bien, siempre y cuando no descuidemos el ejercicio de la caridad. Dios nos recuerda en este capítulo de Isaías que de nada nos sirve ayunar y vestirnos de saco si descuidamos el amor fraterno hacia los más necesitados.
Que podamos poner en práctica el mandamiento más importante, que nuestro ayuno sea del egoísmo y de la indiferencia al pasar ante un mendigo, que ayudemos a quienes nos necesitan como una ofrenda agradable al Padre. El nos promete que si hacemos esto, tendremos su apoyo incondicional y un gran tesoro en el cielo.
"Señor, quiero hacer el ayuno que te agrada, permite que yo pueda cambiar de ayunar desde afuera para ayunar en mi corazón del egoísmo, la indiferencia, las palabras hirientes, que sea esta una cuaresma que me transforme en un verdadero adorador, dame tu gracia y tu fuerza. Amen"
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