No es fácil mantener la paz cuando las cosas no van como esperabas. Ante una noticia de una enfermedad, el desempleo, la irresponsabilidad de tus suplidores o deudores, el maltrato de quienes te rodean, lo normal es irritarse, preocuparse, desesperarse. Sin embargo, el camino de Dios nos enseña que en esos momentos es cuando debemos acudir a El con toda confianza, esperando su misericordia recibimos el don de la paz.
Cuando tenemos angustia o ansiedad no vemos claramente y podemos tomar decisiones contrarias al plan de Dios para nosotros, pero cuando depositamos esa carga a los pies de la cruz, nos tranquilizamos y actuamos conforme a la voluntad divina.
"Señor, gracias por darme tus brazos para cobijarnos mientras dura la tormenta, sin ti alrededor me desespero pero contigo soy más que vencedor. Que siempre pueda buscarte a ti antes que nada. Amen"
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