Cuando hemos tenido un encuentro cara a cara con el Señor, podemos sentir claramente su poder, su amor y su misericordia y no podemos evitar responder a su llamado, ¿Quién irá por El?, todo aquel que se siente amado por El, que ha descubierto un Padre amoroso, protector, todopoderoso y todocariñoso. ¿Cómo no anunciar la buena nueva? ¿Cómo no proclamar que Jesús es hijo de Dios, muerto y resucitado para salvación mía y tuya? Sería imposible no hacerlo pues el corazon arde de amor por aquel que nos amó primero.
Jesús en el evangelio (cf. Mt 10,24-33) nos aclara que el hecho de responder a este llamado nos atraerá muchos problemas, pues si a El le han llamado demonio, qué no harán con nosotros, simples criados al servicio del Señor, pero no debemos temer porque es mejor morir a causa de su Nombre que permanecer callados ante las injusticias y pecados de este mundo. Nuestro valor va más allá que nuestro cuerpo o nuestra vida en la tierra, vale más una eternidad de gloria que unos cuantos años de sufrimiento.
"Señor, yo iré por ti, en mi caminar encontraré muchos obstáculos y tentaciones, renueva mi espíritu con el tuyo para poder ser valiente y mantenerme fiel cuando me toque defenderte aún a costa de mi vida." Amen
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