Es muy difícil ser profeta en su tierra y qué mal que sea así. Nuestros familiares y amigos ven sólo nuestros defectos, los errores que cometimos en el pasado y nos niegan el derecho de cambiar o tener alguna unción de lo alto en un momento determinado. No creen que en un encuentro cercano con Jesús nuestras vidas se han transformado aunque todavía no seamos perfecto, o peor aún tl vez somos nosotros los que no aceptamos a alguien que nos quiere exhortar al cambio y en vez de razonar y entender que me he equivocado, el orgullo me ciega y me pregunto qué es lo que se cree esta persona para hablarme así. Debemos tener cuidado y saber discernir la palabra de Dios en las personas que está a nuestro alrededor para no sufrir las consecuencias del pecado que nunca son buenas.
Yo he estado a ambos lados y sé cuánto duele el que te crean prepotente o la gran cosa sólo por entregar el mensaje que te enviaron; el profeta no es más ni menos que nadie simplemente es un mensajero que no puede agregar ni quitar nada a lo que le mandan a decir. El celo se la casa de Yavé me devora y no puedo estar tranquila hasta que hablo sin importar las consecuencias...otras veces me he tenido que sentar yescuchar lo que tienen que decir de mi, analizarlo y pedir perdón cuando he entendido que mis acciones han sido desagradables para El. Pido a Dios me de la suficiente humildad para seguir así y pido porque tú hagas lo mismo.
Bendiciones,
Elsa
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