Hoy pude vivir estas palabras del Señor pues aunque ya las había meditado en la mañana, en la tarde me sentía un poco apesadumbrada ,por las situaciones que estoy viviendo, así que decidí ir a misa. Desde que llegué pude sentir a Jesús recibiendome con los brazos abiertos, sentía como si me dijera: Qué bueno que estás aquí! Cuánto amor en sus palabras cuando decía que no tuviese miedo porque sin importar cuán difícil fuera mi problema no duraría mucho tiempo. Le hice caso a lo que dijo Jesús en el evangelio al creer en sus milagros y buscar la conversión, un cambio en mi vida. El en su infinita misericordia nos tenía preparada una sorpresa para mi y mi esposo, cuando llegamos al grupo de oración había serenata, oración de sanación y exposición al Santísimo. En verdad que no me quería ir, pues podía sentir a Jesús frente a mi, envolviendome en sus brazos de amor, recordandome que El es mi roca, mi fuerza, el escudo en quien me amparo. Si El está conmigo, qué me puede hacer vacilar, qué fracaso puedo tener, qué me puede hacer falta? La respuesta es sencilla, NADA, El Señor es mi pastor, nada me falta.
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