Todos queremos recibir la misericordia de Dios. Cuando pecamos nos arrepentimos y acudimos a El confiados en el perdón que nos da a través del sacerdote. Cuando enfrentamos dificultades financieras, de salud o familiares buscamos el consuelo de sus palabras y sus promesas. Sin embargo, no estamos tan dispuestos a ofrecer esa misma misericordia a los demás.
Cuánto nos cuesta perdonar una falta de algún ser humano; desde que nos tranquen el carro en el parqueo hasta que nos traicione alguien que amamos es casi imposible que sin que el otro lo pida siquiera le ofrezcamos nuestro perdón. Nuestro ego sale inmediatamente a la luz; cómo pudo hacer esto, es un estúpido, es un desconsiderado,etc.
Imaginemos por un momento que esta persona que hizo este mal somos nosotros, inmediatamente queremos que nos comprendan porque nosotros conocemos nuestras intenciones y muchas veces obramos mal por miedo, desconocimiento o porque nos dejamos llevar por el momento pero estamos muy arrepentidos y queremos que por favor nos perdonen porque no lo volveremos a hacer. Queremos misericordia porque sabemos que no queremos ser malos pero no pensamos lo mismo de los demás.
La próxima vez que nos ofendan, pensemos en esto y perdonemos de corazón con la ayuda de Dios. Nos quitaremos un largo peso de encima y nos aseguraremos recibir ese mismo perdón para nosotros.
"Señor, me es muy difícil perdonar porque no quiero ser herido nuevamente por mi ofensor, recuérdame que yo te ofendo mil veces y tu me perdonas siempre. Quiero imitarte pero necesito que me llenes de tu amor por los demás porque sé que sólo el amor cubre todas las faltas.Enséñame a amar como tú me amas.Amen."
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