Todo lo que hacemos en esta vida es una preparación para la que viene, la que nunca tendrá final. Sin embargo, no siempre pensamos en esta verdad porque nos distraemos fácilmente en los placeres de este mundo. El apego por las cosas materiales es señal de que no pensamos en la vida eterna. ¿Quién no quiere vivir bien? Necesitar algo y no poderlo comprar es desesperante. Querer algo y no poder tenerlo es frustrante. En este mundo vales según lo que tienes. En el otro vales según lo que eres. ¿Cuál de los dos eliges?
Debemos recordar que la abundancia es un signo de bendición que el Señor utilizó desde antiguo pero la finalidad era que se compartieran las riquezas con los más necesitados. No debemos olvidar que mientras más tenemos más responsables somos de llevar pan al hambriento y más se nos exigirá en el último día. Tengamos tesoros en el cielo y no en la tierra.
"Señor, ayúdame a compartir lo que tú me has dado con los más necesitados. Quiero tener un tesoro en el cielo y ser agradecido con lo que tú me has ayudado a conseguir en esta tierra. Quita de mi ser todo egoísmo y mezquindad para que pueda dar con alegría. Amen"
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