El Señor nos invita al banquete, pero para poder asistir tenemos que vestirnos para la ocasión. Esto significa que debemos tener un corazón puro y limpio de toda idolatría e impureza. La forma en que El puede lograr esto en nosotros es a través de las circunstancias de nuestra vida.Todo lo que nos pasa nos aleja o acerca a Dios, depende de nosotros y de las decisiones que tomemos que nos reciban o nos echen de la fiesta.
La intención de Dios es que todos los hombres se salven y nos da a cada uno lo que podemos manejar ni más ni menos. Si tienes salud, aprovecha ese regalo para dar gloria a Dios. Si estás enfermo, ofrece a Dios tu enfermedad. Si tienes en abundancia, agradece al Señor compartiendo con los necesitados; si pasas necesidad, alaba a Dios porque eres de sus preferidos. La conclusión es que no hay excusa para quejarse, sólo oportunidades de crecer en santidad.
"Señor, abre mis ojos para que pueda ver lo que tú quieres que yo haga por ti desde mi realidad. Que pueda ser purificado a través de mis bendiciones y de mis dificultades. Ansío estar entre los escogidos. Amen"
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