Esta generación de cristianos cree sin haber visto, pero al mismo tiempo parece que nos falta un poco de fe para creer que puede hacer todo lo que hizo cuando estuvo aquí. Somos muy racionales y pragmáticos. Sólo en la medida en que nos adentramos en el misterio de Jesús, en que meditamos en su vida a la luz del Espíritu Santo comenzamos a vivir por fe y no por vista.
Pidamos la guía del Paráclito para ver cuántas muestras nos da Dios diariamente de su amor por nosotros, incluso en los momentos difíciles cuando pareciera estar ausente, El está ahí a nuestro lado sosteniéndonos.
Si queremos ver al maestro lo podemos ver con los ojos del corazón en la Eucaristía donde nos entrega su cuerpo y su sangre. También podemos verlo en los que sufren, en los marginados de la sociedad y en los más cercanos a nosotros, pues algo de El está en cada ser humano.
"Señor, abre mis ojos para que te pueda ver dondequiera que estés, que no necesite tocarte para creer que estás siempre conmigo. Amen"
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