"El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre." Mt 12, 46-50

Para ser familia de Jesús hay que cumplir la voluntad del Padre y para poder obedecer al Padre, debemos tener la ayuda del Espíritu Santo. Sólo con el apoyo del cielo podemos ser fieles en la tierra. Cuando obviamos las señales que nos da el Espíritu cometemos errores que usualmente nos llevan al pecado o a pasar más trabajo de la cuenta.

Nos gusta decir que somos hijos de Dios, herederos de la promesa pero no analizamos constantemente nuestra conducta para verificar cómo estamos actuando, si como hijos o como extraños. Mantengamos nuestra atención en lo que agrada al Padre, pongamos todo el empeño en complacerle y tendremos un lugar en la familia del cielo.

"Amado mío, sabes bien que en mi propia fuerza no puedo hacer nada agradable a ti. Mi carne es débil y se desvía fácilmente por caminos de perdición. Envíame tu Espíritu con tal fuerza que tu gracia se me adentre por completo en todo mi ser y seas tú quien viva en mí. Amen"