Qué dolor en estas palabras del Señor, Dios que nos ha hecho tanto bien, bendiciéndonos día a día de tantas maneras y nosotros rechazándole en cada oportunidad que tenemos. Decimos que le seguimos pero seguimos actuando como el resto del mundo. Hacemos lo que Dios detesta y peor aún lo justificamos.
Muchas veces solo nos recordamos de El cuando nuestra vida se va a pique, cuando nos quedamos solos en la adversidad. Sin embargo, El está siempre pendiente de nosotros, sosteniéndonos en los momentos de angustia y celebrando los momentos de alegría.
¿Hasta cuándo seguiremos ignorando sus mandatos? ¿Hasta cuándo seguiremos ofendiéndole?
"Señor, perdona mis culpas, perdona el ofenderte tanto con mis estupideces, no quiero señales ni milagros, sólo la fuerza para hacer tu voluntad, para actuar con prudencia y apartarme del mal. Amen"
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