Jesús nos advierte sobre el juicio que ponemos sobre los demás. Muchas veces juzgamos sin considerar que esta acción tan deprorable a nuestros ojos tiene antecedentes que nos podrían hacer cambiar nuestra opinión sobre la persona a la que acusamos. Estamos acostumbrados a criticar todo desde nuestro corto punto de vista.
Nos parecemos a los cronistas deportivos que dicen por qué no hizo esto o aquello tal jugador sin pensar que la visión que tienen ellos desde arriba no es la misma que tiene el jugador, sin contar la presión que tiene en ese momento.
Ahora bien, cuando somos nosotros los juzgados cambia completamente el panorama porque queremos que nos perdonen porque sabemos que nuestras intenciones por lo regular no son malas. Nos equivocamos y no queremos que nadie más se entere de nuestros errores ni que nos los echen en cara.
Jesús nos dice que seremos medidos con la misma vara con la que midamos a los demás. Tratemos a los demás con la misma misericordia que queremos para nosotros.
"Señor, perdona las veces que he juzgado a los demás, olvidando que yo no soy perfecto y me equivoco quizás más que ellos. Que mi boca esté siempre cerrada antes de decir algo malo de un hermano y que más bien ore por las personas que no comprendo o que no me agradan sus acciones. Que pueda verlos como los ves tú. Amen"
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