Tal vez no se te había ocurrido nunca pero Dios te está hablando a ti. No eres profeta ni hijo de profeta pero estás llamado a anunciar las maravillas que Dios ha hecho en ti. Debes denunciar el pecado que está a tu alrededor porque desde que nos bautizamos somos profetas, reyes y sacerdotes. El lo quiso así desde el principio porque somos sus manos, su boca y sus oídos, nuestro deber es darle gloria con nuestros actos.
Esto no siempre es fácil, al profeta Amós lo echaron de Casa-de-Dios, precisamente un sacerdote que se supone debía apoyarlo.Muchas veces encontramos las primeras piedras de nuestro ministerio dentro de la Iglesia, pero si perseveramos Dios nos dará la victoria.
Entreguemos nuestra vida al Señor para que El haga lo que quiera de nosotros.
"Señor, aquí estoy, yo iré, llevaré tu gloria a las naciones. Seré el más pequeño de los hombres porque quiero que sea tu luz la que brille en mí y no mi lámpara artificial.Que la humildad sea mi fuerza y tu amor mi guía. Amen"
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