Dios nos concede su Espíritu Santo y es para actuar según lo dicta el Espíritu. Esto significa que no podemos regirnos por las leyes de este mundo como seguridad de salvación. Debemos examinar constantemente las intenciones de nuestras buenas obras, cuestionar si lo hacemos por amor a Dios o a nosotros mismos. Es muy fácil perderse en esto porque nos gusta que nos aprueben los demás y nos gusta sentir que hacemos lo correcto como para acumular puntos con el Señor y no por el simple hecho de agradarle.
Queremos creer que si nos portamos bien y seguimos sus mandamientos obtendremos todo lo que pidamos, pero Jesús en su infinita misericordia nos recuerda que nuestra primera petición debe ser Espíritu Santo que nos será dado en abundancia para poder pedir como conviene.
"Señor, te pido tantas cosas pero sólo Tú sabes lo que es bueno para mí y lo que verdaderamente me conviene. Envíame tu Santo Espíritu para que interceda por mí, para que sincronice mis deseos con tu voluntad, porque tu voluntad es buena, perfecta y agradable.Dame lo que necesito.Amen"
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