Un samaritano fue el único que agradeció al Señor por haberle curado, los otros, ni siquiera miraron atrás. Por su fe, recibió más que la limpieza de su cuerpo, recibió la salvación. Muchos de nosotros somos como los nueve leprosos, le pedimos insistentemente a Dios por favores y cuando los recibimos no le agradecemos sino que damos por sentado su misericordia.
En la primera lectura se nos advierte de la soberbia, lo que tenemos, absolutamente todo, es por gracia de Dios, es El quien abre las puertas para que seamos prósperos, tengamos salud, etc. Reconozcamos que El es nuestro proveedor y nos pedirá cuentas de lo que nos ha dado. Al que mucho se le da mucho, se le pedirá. Administremos correctamente sus dones, no abusemos del poder, compartamos lo que tenemos, seamos agradecidos con el Padre por todo lo que nos ha dado.
"Gracias, Señor, por tu infinita misericordia para conmigo, por todas las bendiciones que diariamente me regalas, por todos los peligros de los que me proteges y ni cuenta me doy, por todo lo que tengo, por mi familia, mi trabajo y mis amigos, gracias por lo que seguirás haciendo en mi vida. Permite que siempre tenga un corazón agradecido y que pueda actuar conforme a tu voluntad. Amen"
No hay comentarios:
Publicar un comentario