Me admira y sobrecoge esta mujer, cuya fe en Dios era tan grande que no vaciló en animar a sus hijos a morir en vez de pecar contra el Señor. Me pregunto cuántos de nosotros haríamos lo mismo. Inscribimos a nuestros niños desde pequeños en el colegio para que aprendan mil y una cosas que les ayudarán en esta vida, pero qué tanto le enseñamos de la eterna. Decimos que creemos en ella pero actuamos como si no nos fuéramos a morir o como si lo más importante es lo que sucede aquí en la tierra.
Esta familia debe ser nuestro ejemplo a seguir, educados para la vida eterna más que para la de este mundo, al más pequeño le ofrecieron dinero y poder pero él prefirió la corona de vida que da Dios a sus fieles. El fue fiel en lo poco, su corta vida, pero le confiaron más aún, la eternidad con el Creador.
Reconocer que los hijos no son nuestros, nos cuesta mucho, queremos apegarnos y apropiarnos de ellos, incluso hacer que cumplan nuestros sueños; pero nos hemos preguntado, cuál es el plan que Dios tiene para ellos, les enseñamos el camino de la vida que les asegurará la felicidad eterna? ¿ Educamos sus acciones o su corazón? ¿Fabricamos cristianos o fariseos?
"Señor, en este mes de la familia, quiero ponerme a tu servicio, deseo santificar mi familia, te entrego a cada uno de sus miembros y te pido que les unjas con tu Espíritu, que nos llenes de tu amor para tratarnos como te gusta, que podamos vivir en unidad y sobretodo servirte en cada cosa que hagamos. Amen"
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