Me encanta esta frase que pronunciamos siempre en la Eucaristía y me pregunto si nos hemos parado a meditarla y entendemos lo que quiere decir. El centurión había escuchado hablar de Jesús, no sabemos si lo había visto con sus propios ojos hacer algún milagro pero sí sabemos que demostró una fe grandiosa al pedir que con una palabra de Jesús su criado quedaría sano. El nos muestra la fe que mueve montañas y que todos deberíamos tener.
La confianza en que estamos en las manos correctas, manos de Padre que nos cuidan y nos protegen. Si estamos convencidos de esto, descansaremos seguros en sus brazos, pues son lo mejor que hay. Basta con la palabra de Dios y tendremos lo que necesitamos!
"Jesús, concedeme la fe del centurión pues quiero tener plena confianza en tu palabra, ser heredero de las promesas de tu reino desde hoy y para siempre. Amen"
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