Conocer la verdad del evangelio conlleva mucha responsabilidad. No nos es válido comportarnos como los demás porque sabemos cuál es la voluntad del Padre, amarle sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo. Entonces no podemos escudarnos en el hecho de que los demás no nos amen, nos hieran, nos ignoren, etc. Debemos amarlos no por ellos sino porque eso es lo que Dios quiere de nosotros pues se nos ha anunciado la buena nueva y la hemos aceptado. Somos esclavos de la justicia.
No podemos vivir como si no la conociéramos o ignorando las partes difíciles de esta verdad, hay que amar, respetar y perdonar a los demás mientras estemos en esta vida, esto es lo que tenemos que hacer para que cuando nos vengan a buscar podamos estar preparados para el encuentro con el Padre, perfectos y sin mancha.
Hemos recibido mucho, debemos amar mucho más.
"Padre bueno, cuánto me cuesta llevar a la realidad los mandamientos que me dejó tu Hijo, a pesar de que todos los días me das muestras de tu gran amor, no soy capaz de hacer lo que tengo que hacer, dame la fuerza de tu Santo Espíritu para poder amar como tú, pues no quiero que vengas sin estar preparada para recibirte. Amen"
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