Los que sufrimos con Cristo, con Cristo seremos glorificados. Qué promesa tan hermosa en estos días cuando hay tanta persecución en la Iglesia. Hoy en día pareciera que ser católico es pecado, como si ya nos hubiésemos ganado la condenación por la religión que profesamos. Se juzga a todos por los pecados de unos pocos, sin darse cuenta de que somos más los que somos sinceros que los que no, sólo que los otros hacen más ruido.
Pero no hay que desanimarse, pues Dios está con nosotros como lo estuvo en los primeros tiempos, aún encontremos lugares donde nuestros sacerdotes están siendo amenazados de muerte, nos destruyan los templos, donde los laicos no pueden profesar su fe y hasta asalten a los sacerdotes cuando confiesan, Dios está con nosotros y nos llevará a la victoria como siempre lo ha hecho.
Recordemos que nuestra gloria no está en este mundo sino en el venidero, obremos conforme a esta promesa de Jesús y seamos felices.
"Padre, quiero aceptar como mía la promesa de que al sufrir con mi Cristo, seré glorificada con El, que pueda siempre hacer tu voluntad sin importar la respuesta de los demás hacia lo que tú me pides, que pueda amar contra toda muestra de amor, perdonar contra todo merecimiento y servir en tu reino siempre. Amen"
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