Guiarse de lo espiritual en un mundo donde lo que se fomenta es el consumismo, lo material, el sexo, la gula, etc. Sin embargo, los que queremos vivir en armonía con Cristo, luchamos todos los días para que nada de esto nos domine. Muchos chocarán con nosotros por nuestra forma inusual de ser, otros nos marginarán, pero habrá otros que verán una luz diferente y querrán conocer también a Cristo.
Tender a las cosas del espíritu se logra con una constante contemplación de Dios, de lo que ha creado, de conocer lo que le gusta, lo bueno, lo agradable, lo perfecto. Para saber lo que le agrada a Dios debemos pedir una y otra vez su Espíritu Santo, orar con regularidad dando un espacio para escucharle y reconocer que quiere El de nosotros.
Sin la oración es imposible ser guiado por el Espíritu porque sólo cuando conocemos un amigo podemos entenderle incluso sin palabras, basta una mirada y sabemos que le pasa algo, en una situación dada sabemos cómo reaccionará, porque hemos dedicado tiempo y esfuerzo a tratar a esa persona. Con Dios pasa lo mismo, la oración es el tiempo y el esfuerzo que empleamos en conocer a Dios. Cuando nos conectamos con El en verdad, toda nuestra vida se hace una oración porque le tenemos presente en todo momento, no sólo en el sagrario o en la eucaristía sino cada vez que tratamos con el hermano o con la creación.
"Que tu palabra, Señor, se haga vida en mí y que tu vida en mi, se haga evangelio. Que siempre pueda guiarme por el Espíritu y no por la carne, pues es débil y me hace desviarme del camino que tú tienes para mí. Muestrame tus preceptos. Amén"
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