Yo soy el prójimo del Señor, El en su infinita misericordia permite tormentas en mi vida para que me vuelva a El cuando no quiero cumplir su voluntad. El me ha cargado y me ha vendado las heridas cuando los demás se han quedado indiferentes ante mi dolor. Como Jonás puedo decir, cuando ya no me quedaban fuerzas clamé al Señor y El me escuchó.
El amor de Dios nos enseña cómo debemos amar a los demás, de esa misma manera que hemos recibido su amor, sin condiciones y con infinita misericordia debemos amar a los demás. Pero para poder hacerlo, debemos sumergirnos en el amor maravilloso que tiene el Padre para con nosotros, recordar constantemente lo que hizo Jesús por nosotros en la cruz y perdonar sinceramente a los que nos clavan con El pues no saben lo que hacen.
Seamos el prójimo de los demás, llenemos este mundo del amor que Dios nos ha dado, cada quien comience en su familia a amar sin medida como El los ama,a perdonar sin medida como El los perdona, demos testimonio de la misericordia del Padre.
"Gracias, Padre, por hacerte presente en mi vida, guíame por el camino de Jesús, que es el amor y la misericordia misma. Amen"
No hay comentarios:
Publicar un comentario