Querer parecer justo y en verdad serlo son dos cosas muy diferentes. Claro que es mucho más fácil parecer que ser, pero a Dios no podemos engañarlo. La verdad sobre nosotros saldrá a la luz tarde o temprano.
Ahora bien, la mayoría de la gente que quiere actuar con justicia aún hace cosas que debe cambiar, el problema con los fariseos era que ellos no reconocían que tenían que cambiar nada. Para ellos lo que hacían por fuera era el reflejo de su interior, se cerraron a ver que tenían una doble moral y creían que lo estaban haciendo perfectamente.
Nadie puede cambiar algo que no sabe o no reconoce que está incorrecto y ese es el problema con muchos de nosotros. Se nos dificulta reconocer nuestras faltas y caemos en el orgullo, impidiendo que la gracia de Dios nos transforme verdaderamente.
Hoy, dejemos de mirar a nuestro alrededor y examinemos nuestro interior, busquemos minuciosamente aquellas acciones y actitudes que ensucian nuestro corazón, llevemos todo a la presencia del Padre, pidamosle perdón y tiremos todo eso a la basura de una vez y para siempre.
"Señor, no permitas que me quede en lo superficial cuando se trate de examinar mi vida, dame la humildad que no tuvieron los fariseos para reconocer que soy pecador y debo cambiar por dentro para ser un verdadero espejo de Cristo. Amen"
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