Dios sabía que Pedro no era más que un hombre con muchísimos defectos y aún así le dio las llaves del reino de los cielos. Le dio el poder de perdonar o no los pecados y le puso como piedra de su Iglesia, dándole autoridad sobre todos los demás apóstoles. Aún cuando más tarde Pedro tentó a Jesús al no comprender lo que le decía, Jesús no retiró la autoridad que le había dado, no lo puso de último ni lo alejó para siempre de su presencia sino que con paciencia y misericordia lo fue moldeando hasta llevarlo a su plenitud.
Hoy, la Iglesia sigue teniendo al papa como piedra y autoridad en la tierra independientemente de que hayan habido corruptos porque esa es la voluntad de Dios y si El no quitó a Pedro nosotros no podemos negar la jerarquía que Jesús mismo estableció, lo que no podemos es quedarnos callados ante el pecado y no denunciarlo.
Jesús es fiel y cumple sus promesas, podemos ver como a pesar de los ataques que se reciben diariamente tanto internos como externos, la Iglesia sigue en pie porque el poder del infierno no la derrotará. Estamos como las diez vírgenes, con la lámpara encendida, esperando que llegue el novio y nos lleve con El a la tierra prometida.
"Por tu inmensa compasión, Señor, borra mi culpa, que no contribuya con mis acciones a dañar a tu Iglesia, sino que con infinita confianza en tus promesas camine en el desierto sabiendo que en tiempo de escasez tú harás brotar agua de la roca para que tu pueblo se sacie, que esa agua produzca sacerdotes santos y laicos comprometidos con tu evangelio. Amen"
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