Dios quiere que todos los seres humanos se salven, sin excepción, por eso envía a su hijo a morir por todos nosotros. La crucifixión de Jesús es el acto de amor más grande que pueda tener un Padre por sus hijos, sacrificar uno por el bien de todos los demás que ni siquiera lo merecen.
El plan de Dios se cumplirá, muchos hijos dispersos en el mundo y en las diferentes generaciones que han sucedido y antecedido este sacrificio, por eso Jesús venció la muerte y lo que parecía una tragedia, fue la mayor bendición para la humanidad.
Hoy agradecemos este sacrificio lo suficiente? Creo que no. Aún hay muchos hijos dispersos que pueden reunirse con nosotros si tan sólo les habláramos de este sacrificio, más que hablar que seamos el ejemplo perfecto de la felicidad de sabernos amados por Dios.
Recordemos que somos ahora los ojos, la boca y las manos de Jesús, busquemos a esas ovejas perdidas y rescatémoslas para El, porque El ya hizo su parte, nos toca a nosotros hacer la nuestra.
"Señor, quiero ayudarte a reunir a tus hijos dispersos, dame la fuerza de tu Espíritu Santo para poder anunciar tu buena nueva a todos aquellos que me rodean, sobretodo Señor, que pueda anunciarte sin palabras, con la humildad y mansedumbre de mi corazón y los signos de tu reino. Amen"
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