En esta tierra la mayoría somos esclavos de alguna cosa, unos del trabajo, otros de sus relaciones, del dinero, adicciones, actitudes, etc. Los que queremos seguir a Jesús luchamos día a día con nuestra naturaleza para poder mantenernos limpios, sin embargo, fallamos múltiples veces. Jesús que conocía nuestras debilidades instituyó el sacramento de la confesión para continuar liberándonos de nuestras imperfecciones y permitir así una continua comunión con El.
La verdadera libertad es amar a Dios por sobre todas las cosas, porque nos permite mantenernos fieles a pesar de que las consecuencias puedan ser tan aterradoras como morir quemados porque nuestra convicción de que nos espera lo mejor es mayor que lo que podamos pasar en un momento.
Dios no siempre nos librará de las situaciones difíciles, muchos hombres y mujeres han muerto a causa de su fe, no quiere decir que El ame a unos más que a otros sino que sabe qué es lo que conviene en cada caso, aunque nos duela.
Pidámosle al Señor que nos libere de todas nuestras idolatrías e impurezas para que podamos ser libres de todo pecado, libres para amar...
"Señor, dame la fortaleza para dar testimonio de ti en todas las áreas de mi vida, recuérdame siempre que en la obediencia a ti no hay equivocación,liberame para poder ser realmente libre. Amen"
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