El salmista nos invita a saborear al Señor, es decir, a sumergirnos en la meditación de su palabra, de sus obras. Si nos tomamos el tiempo suficiente para detenernos y encontrarnos con El, descubriremos cuán grande es su amor por nosotros.
Cuando buscamos cumplir su voluntad, El hace maravillas en nuestras vidas como lo hizo con los apóstoles, liberación maravillosa al sacarlos de la cárcel con las puertas cerradas. Sin embargo, no los sacó para que se quedaran escondidos sino para dar testimonio de lo que Dios había hecho en ellos.
Si hoy te sientes preso, procura agradar a Dios, pasa tiempo con El, habla con El y deja que El haga el resto. El quiere liberarte al igual que a los apóstoles para que des testimonio íntegro de lo que El ha hecho en ti.
Yo te digo, en verdad es muy bueno el Señor, dichoso el que se acoge a El, pues no quedará nunca defraudado.
"Gracias, Padre, por todo lo que tú has hecho en mi vida, porque me has liberado y me has dado tantas razones para ser feliz, para darte la gloria, la honra y el honor. Quiero dar testimonio de ti ante mis hermanos para que ellos se animen a degustar tu bondad e infinita misericordia. Amen"
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