Muchos judíos rechazaron a Jesús en su tiempo porque no comprendieron las escrituras, cuando el profeta Isaías se refería a Jesús dijo lo que le iba a pasar, pero para ellos eso era inconcebible porque relacionaban el favor de Dios con riqueza y poder. El Dios que les había permitido ganar tantas batallas y los había llevado a la tierra prometida con tantos portentos y milagros no podía enviar un Mesías pobre y humilde, prueba de que no era el Mesías era el hecho de que no había bajado de la cruz como le instaran a hacer. Si Dios permitió que muriese en una forma tan terrible, una muerte maldita, era porque era un blasfemo.
Muchos cristianos también entienden que el hecho de seguir a Jesús significa que todos sus problemas acabarán y se enojan bastante con El cuando no reciben el reconocimiento, el poder ni la riqueza que entienden se merecen por hacer las cosas bien. Pero esa no fue la promesa de Jesús, no siempre cosecharemos en esta vida los frutos de nuestro esfuerzo, no por eso debemos acomodarnos en buscar el reino de Dios. Jesús nos dijo claramente que en el mundo tendremos aflicción, Pedro lo confirma con estas palabras recordándonos que lo importante no son los frutos inmediatos, sino los que se cosechan para la eternidad.
Dios es bueno y no disfruta con nuestras penas sino que las permite para que nuestro carácter sea como el de Cristo, quien sufriendo aprendió a obedecer y obtuvo la máxima recompensa. Si Jesús que era el Hijo de Dios padeció por qué creemos que a nosotros nunca nos tocará un pedacito, lo importante del sufrimiento es como lo tomamos, la actitud que tenemos frente a el dolor, si no saca de nosotros una actitud de humildad y rendición al Señor, entonces debemos entender que nuestro corazón no está tan puro como creíamos y entregarnos realmente a El porque sólo así obtendremos la victoria.
Dios conoce lo que necesita nuestro corazón para poder ser santo y perfecto como su Hijo, así que si te encuentras en una situación difícil, dale gracias a Dios por lo bueno que El sacará de ella, por lo bueno que sacará de ti.
"Amado Jesús, quiero ser como tú en medio de la prueba, soportar los insultos en silencio, ponerme en las manos del Padre para que sea El quien juzgue mis acciones porque sólo El conoce las intenciones de mi corazón, me cuesta responder como tú lo hiciste pero sé que con tu ayuda lo puedo lograr. Amen"
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