Yo creo en Jesús, nunca lo he visto como para decir como son sus ojos, su boca, su color de pelo... Sin embargo, no me cabe la menor duda de que está aquí conmigo en este preciso momento, soplándome al oído lo que debo escribir. Yo creo en El sin haberlo visto porque he escuchado su Palabra y he recibido el Espíritu Santo que habita en mi y me guía (cuando me dejo guiar). Puede venir quien sea y decirme que El está muerto, que no resucitó, que encontraron su cuerpo en una tumba junto a la de María, que tuvo mil hijos con María Magdalena, etc y mi fe en El seguiría intacta. ¿Por qué? Porque aunque no lo haya podido ver nunca, lo he podido sentir en mi vida. Cuando estoy triste, El me consuela; cuando necesito palabras de ánimo siempre puedo contar con las suyas, cuando me porto mal, me corrige; No puede estar más vivo que cuando pasó físicamente por la tierra. Es el mismo de ayer, de hoy y de siempre.
Dichosos los que sin ver, hemos creído, los que ha diferencia de Tomás no necesitamos ver las heridas ni tocarle físicamente, porque nuestro corazón puede tocarle con solo una oración...
"Aumenta mi fe, Señor, para que mi fe no se enfríe en las dificultades de la vida sino más bien que crezca, porque como el oro ha de ser probada en el fuego. Gracias por el don de la fe!!"
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