Hay que nacer de nuevo, es decir, renovarnos de adentro hacia afuera. No basta con aparentar ser justos, hay que vivir en justicia. Es un cambio radical del egoísmo al amor y hay que hacerse violencia continuamente uno mismo para actuar como Jesús y no como nosotros queremos.
Es imposible meterse en el vientre de su madre y nacer, pero no recibir el bautismo que con su agua nos libera del pecado y nos da nueva vida en Cristo. Lo más probable es que pequemos de nuevo una vez bautizados, por lo que tenemos la dicha de poder restablecer nuestra santidad con el sacramento de la confesión.
Jesús no quiso arriesgarse a perder a ninguno de nosotros, por eso nos dejó los medios necesarios para nuestra santificación a través de todos los sacramentos. Debemos pedir constantemente al Padre que nos envíe al Espíritu Santo a darnos la valentía de predicar su palabra acompañada de los signos que El nos quiera regalar.
"Señor, quiero nacer de nuevo en ti porque sé que sólo así podré entrar en tu reino y no deseo nada más que poder estar completamente en tu presencia al final de mi vida. Dame la fuerza de tu Santo Espíritu para anunciar tu evangelio e irme santificando día con día hasta ser perfecta imagen y semejanza tuya. Amen"
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