Jesús sabía que Pedro lo negaría, pero no le quitó la autoridad que le había dado sobre su Iglesia. Al contrario, conocía el dolor que Pedro sentía por haberle ofendido y por eso igual que las negaciones reafirmó su amor tres veces para sanarle interiormente. Tres veces le dio el mismo mandato, apacienta mis ovejas. Pedro era el pastor que Jesús había designado para guiar a sus discípulos, no era un hombre perfecto; pero sí era un hombre dispuesto y eso era todo lo que El necesitaba que fuese. Esta sucesión ha continuado por generaciones desde ese día hasta la actualidad con Benedicto XVI, han habido Papas corruptos, pero más los han habido santos y entregados a su ministerio. Son tan humanos como nosotros y por qué entonces exigirles la perfección? Jesús dijo una vez sobre los fariseos hagan lo que ellos dicen, pero no lo que hacen. ¿Les quitó con esto la autoridad que tenían los fariseos? No, sólo les advirtió de la congruencia de las palabras y las acciones. Yo tuve la dicha de crecer en la época del ponticipado de nuestro querido Juan Pablo II que hasta en la sonrisa se le veía la santidad, transmitía una paz maravillosa y lloré mucho cuando se nos fue, pero sé que está en mejores manos. Nuestro nuevo pastor es Benedicto XVI y me cuesta un poco no comparar su rostro con el dulce Juan Pablo II, pero lo importante es que cumpla la doctrina y que no nos envíe un mensaje contrario al evangelio, no me toca a mi juzgar porque sólo puedo juzgar las apariencias, dejo a Dios que lo haga porque sólo El puede mirar el corazón, a mí solo me toca la obediencia y orar constantemente para que al igual que a Pedro, a Juan Pablo II y a todos los demás que supieron hacer su trabajo, lo guíe el Espíritu Santo en todas sus decisiones y acciones.
"Padre Amado, quisiste dejarnos un pastor que nos dirija hacia Cristo, sé tú iluminando a nuestro Papa para que en todo momento sea santo como lo fue tu hijo Jesucristo en su caminar, como lo fue Pablo y todos los sucesores que dieron la vida por el evangelio. Dale salud, fortaleza,sabiduría y todos los dones de tu Santo Espíritu para que pueda apacentar tus ovejas y nosotras escuchemos su voz, porque es la tuya misma. Amen"
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