Es muy fácil confiar en el Señor cuando todo va bien y permanecer fiel cuando tenemos todo lo que necesitamos y nuestra vida está cómoda. La real prueba viene cuando hay escasez, problemas familiares o laborales, enfermedades, etc. pues es cuando comenzamos a dudar de Dios sin importar los milagros que haya hecho anteriormente en nuestras vidas.
El silencio de Dios es desesperante y hasta a Abrán se le olvidó la promesa que El le había hecho y se acostó con la esclava de su esposa para lograr tener el hijo anhelado. Desde entonces los ismaelitas han sido todo un problema para los demás, tal y como le dijo el ángel del Señor a Hagar todos contra él y él contra todos.
Cuando nuestra base no es firme tomamos las decisiones equivocadas, movidos por la desesperación del momento y olvidando lo que Dios ha prometido, pero cuando estamos cimentados en la roca eterna, lo primero que hacemos es orar y pedir discernimiento para actuar en todo conforme a El. Podremos equivocarnos pero volvemos al camino, a esperar en el Señor, Abrán lo hizo y obtuvo a Isaac.
Debemos comenzar a dar los pasos para madurar en la fe, buscar cumplir la voluntad de Dios incluso cuando no queremos hacerlo o cuando no vemos que El nos venga a ayudar,cuando no haya ninguna respuesta cercana pero sabemos que es lo que Dios espera de nosotros.
"Señor, me cuesta mucho no desesperarme ante mis dificultades cuando permaneces en silencio, quiero hacer las cosas a tu manera y no a la mía porque sé que al final tu camino es mejor que el mío, no quiero ser necio y hundirme por poner mi confianza en algo diferente a ti. Gracias por ser fiel y siempre cumplir tus promesas.Ayúdame a esperar siempre en ellas. Amen"
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